FELICIANO AMA
Hay un pueblo que jamás olvida, una cultura que jamás olvida lo que le hicieron a su antepasados y no queda nada de lo que ellos, en el pasado, escribieron y hacían.
Hay un pueblo cuya existencia depende de lo que se les hizo a sus amigos, hermanas, niños, madres, padres, hijos, abuelos, tatarabuelos...
Hay un pueblo que comenta sus historias, comentando su pasado guardará su pasado. Entiende que si así lo hace corregirá, en el futuro, los errores de quienes debían de exigir, en su momento, justicia y castigar a aquellos que cometieron los delitos y que nadie castigó.
Hay un pueblo que permite a sus hijos que no se olviden de lo que les sucedió a sus abuelos por querer un país justo, solidario y diferente. Quienes murieron, que fueron miles, mas de 30 000, sabían el por qué de tomar los machetes y luchar con ellos - en las manos - y con unas cuántas pistolitas.
Mientras los asesinos que también sabían que iban acribillar a miles por eso desde el norte recibieron las armas y fueron esas con las que masacraron a nuestros abuelos. Un barco pertrechado de miles de armas, esperaba en el puerto de la libertad por si los esbirros gritaban ¡socorro!. Como vil centinela el barco aguardaba, cubriéndoles las espaldas a sus verdugos o por si les temblaban las manos y les impedían asesinar a nuestros abuelos, indios descalzos, pero con conciencia de clase. Que es lo que les está faltando a estos imberbes dirigentes con lívida conciencia de clase. Esos que se dicen de izquierdas, porque ocupan sólo el lado izquierdo de la asamblea. Pero que se les ha olvidado por un puñado de dólares mensuales que la miseria en nuestro país sigue teniendo los mismos rostros.
Hay un pueblo que jamás olvida, una cultura que jamás olvida lo que le hicieron a su antepasados y no queda nada de lo que ellos, en el pasado, escribieron y hacían.
Hay un pueblo cuya existencia depende de lo que se les hizo a sus amigos, hermanas, niños, madres, padres, hijos, abuelos, tatarabuelos...
Hay un pueblo que comenta sus historias, comentando su pasado guardará su pasado. Entiende que si así lo hace corregirá, en el futuro, los errores de quienes debían de exigir, en su momento, justicia y castigar a aquellos que cometieron los delitos y que nadie castigó.
Hay un pueblo que permite a sus hijos que no se olviden de lo que les sucedió a sus abuelos por querer un país justo, solidario y diferente. Quienes murieron, que fueron miles, mas de 30 000, sabían el por qué de tomar los machetes y luchar con ellos - en las manos - y con unas cuántas pistolitas.
Mientras los asesinos que también sabían que iban acribillar a miles por eso desde el norte recibieron las armas y fueron esas con las que masacraron a nuestros abuelos. Un barco pertrechado de miles de armas, esperaba en el puerto de la libertad por si los esbirros gritaban ¡socorro!. Como vil centinela el barco aguardaba, cubriéndoles las espaldas a sus verdugos o por si les temblaban las manos y les impedían asesinar a nuestros abuelos, indios descalzos, pero con conciencia de clase. Que es lo que les está faltando a estos imberbes dirigentes con lívida conciencia de clase. Esos que se dicen de izquierdas, porque ocupan sólo el lado izquierdo de la asamblea. Pero que se les ha olvidado por un puñado de dólares mensuales que la miseria en nuestro país sigue teniendo los mismos rostros.
Hay un pueblo que tiene memoria que necesariamente tiene que ser colectiva y tiene que ser de clase. Porque con ella se encargará de que los asesinos del 22 de Enero de 1932 se vayan todos al olvido. Pero el pueblo que somos nosotros los indios descalzos y de clase, los obreros, las amas de casa... les contaremos a nuestros hijos de nuestra cultura y de lo que hacían nuestros abuelos. También le contaremos - para que no olviden - lo que hicieron esos que cantan himnos asesinos y rezan, y hacen rezar a nuestros hijos, oraciones a la bandera con palabras sin sonido y léxico alguno. Que tienen una bandera azul y blanco con un escudo que representa a su antepasados, los que - con el café - financiaron y alentaron para que mataran a mas de 30 000 obreros, campesinos, indios, amas de casas, niños, indios, ancianos, padres, indios, madres, hijos... indios, abuelos y tatarabuelos.
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