"La Comuna -- escribi Marx -- deba ser, no una corporación parlamentaria, sino una corporación de trabajo, legislativa y ejecutiva al mismo tiempo. . ." ". . . En vez de decidir una vez cada tres o cada seis años que miembros de la clase dominante han de representar y aplastar [ver-und zertreten ] al pueblo en el parlamento, el sufragio universal deba servir al pueblo, organizado en comunas, de igual modo que el sufragio individual sirve a los patronos para encontrar obreros, inspectores y contables con destino a sus empresas".
Esta notable crítica del parlamentarismo, trazada en 1871, figura también hoy, gracias al predominio del socialchovinismo y del oportunismo, entre las "palabras olvidadas" del Marxismo. Los ministros y parlamentarios profesionales, los traidores al proletariado y los "mercachifles" socialistas de nuestros días han dejado íntegramente a los anarquistas la círtica del parlamentarismo, y sobre esta base asombrosamente juiciosa han declarado toda crítica del parlamentarismo 。。como "anarquismo"!! No tiene nada de extraño que el proletariado de los países parlamentarios "adelantados", asqueados de "socialistas" como los Scheidemann, David, Legien, Sembat, Renaudel, Henderson, Vandervelde, Stauning, Branting, Bissolati y Ca., haya puesto cada vez más sus simpatias en el anarcosindicalismo, a pesar de que éste es hermano carnal del oportunismo.
Pero para Marx la dialctica revolucionaria no fue nunca esa vacua frase de moda, esa bagatela en que la han convertido Plejnov, Kautsky y otros. Marx sabía romper implacablemente con el anarquismo por su incapacidad para aprovecharse hasta del "establo" del parlamentarismo burgués -- sobre todo cuando se sabe que no se está ante situaciones revolucionarias --, pero, al mismo tiempo, saba también hacer una crítica auténticamente revolucionario-proletaria del parlamentarismo.
Decidir una vez cada cierto número de años qué miembros de la clase dominante han de oprimir y aplastar al pueblo en el parlamento: he aquí la verdadera esencia del parlamentarismo burgués, no sólo en las monarquías constitucionales parlamentarias, sino también en las repúblicas más democráticas.
Pero si planteamos la cuestión del Estado, si enfocamos el parlamentarismo como una de las instituciones del Estado, desde el punto de vista de las tareas del proletariado en este terreno, ¿dónde está entonces la salida del parlamentarismo? ¿Cómo es posible prescindir de él?
Hay que decir, una y otra vez, que ]as enseñanzas de Marx, basadas en la experiencia de la Comuna, están tan olvidadas, que para el "socialdemócrata" moderno: (para los actuales traidores al socialismo) es sencillamente incomprensible otra crítica del parlamentarismo que no sea la anarquista o la reaccionaria.
La salida del parlamentarismo no está, naturalmente, en la abolición de las instituciones representativas y de la elegibilidad, sino en transformar las instituciones representativas de lugares de charlatanera en corporaciones "de trabajo".
"La Comuna deba ser, no una corporación parlamentaria, sino una corporación de trabajo, legislativa y ejecutiva al mismo tiempo".
"No una corporación parlamentaria, sino una corporación de trabajo": 。este tiro va derecho al corazón de los parlamentarios modernos y de los "perrillos falderos" parlamentarios de la socialdemocracia! Fijaos en cualquier caso parlamentario, de Norteamrica a Suiza, de Francia a Inglaterra, Noruega, etc.: la verdadera labor "de Estado" se hace entre bastidores y la ejecutan los ministerios, las oficinas, los Estados Mayores. En los parlamentos no se hace más que charlar, con la finalidad especial de embaucar al "vulgo". Y tan cierto es esto, que hasta en la repblica rusa, repblica democrticoburguesa, antes de haber conseguido crear un verdadero parlamento, se han puesto de manifiesto en seguida todos estos pecados del parlamentarismo.
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