Feliciano Ama.
José Feliciano Ama, indígena oriundo de Izalco, fué uno de los jefes destacados de la insurrección obrera y campesina de 1932. Ama sustentó la causa del Partido Comunista, por haber sufrido en carne propia la soberbia y tropelía de quienes los explotan inmisericordemente, que los deja sin sus tierras, sin sus solares, que les negaron su autoridad local, su fuero, segregados y marginados en la indigencia, siendo los propios nativos del país.
La injusticia que por centúrias venía sufriendo la población indígena, se prolongo con el desarrollo de la agricultura, principalmente en el renglón del café. Para que los agrarios cultivaran el café en grandes extensiones, el gobierno que presidía el Dr. Rafael Zaldívar, llevó a efecto la reforma agraria burguesa. Con tal aviesa reforma, el nuevo régimen de la tierra despojó de sus tierras "legálmente" a las comunidades indígenas, y abolió los ejidos, dejando sin donde cultivar a masas de labriegos mestizos. Labriegos naturales y mestizos fueron sometidos al régimen salarial, unos, y otros al régimen de la servidumbre.
En 1881 fueron extinguidas las propiedades de las comunidades indígenas, y en 1882, decretada la abolición de los ejidos, propiedad municipal trabajada por los labriegos ladinos en aparcería y usufructo, pagándole al Alcalde los impuestos establecidos. Los terratenientes extendieron sus propiedades cuanto más pudieron, abarcando cientos de caballerías de tierra (64 mazanas de suelo conforman una caballería), unos para extender la caficultura, otros para ampliar la siembra de caña de azúcar y terceros para ampliar la ganadería. Fué así que se fué concretando el régimen salarial en el campo, y concretando el régimen de la servidumbre que somete a mozos, colonos y aparceros. Régimen de la servidumbre semejante al de la Edad Media en europea. Con el nuevo régimen de la tierra, también pudieron adquirir derecho de la propiedad del suelo, decenas de miles de familias rurales tanto mestizos como naturales. En Izalco, la familia Ama tuvo propiedades en buena extensión, ya que eran de las familias emprendedoras, como en Ilopango mis abuelos Chicas; pero a partir de 1894, que los conservadores volvieron a recuperar el poder político por medio de los militares oportunistas y pancistas, los agrarios procedieron a expropiar campesinos con el agiotismo leonino del 25 por ciento de interés, con el acaparamiento barato de sus cosechas, con la Ley de Prisión por Deuda, ante lo cual los campesinos preferían entregar sus terrenos que ir a la cárcel. Para expropiar a los campesinos, los terratenientes se valían de mil marrullerías y de la tortura.
En Cután, Izalco, Ama me mostró sus dedos pulgares con cicatrices visibles, de cuando fue torturado por los esbirros del Presidente General Tomás Regalado (1882-1903), esbirros que le arrancaron el título de propiedad de la hoy floreciente Hacienda "San Isidro" de la familia Regalado (una de las familias más importantes de la oligarquía salvadoreña). Por la actividad de Ama en la campaña electoral dirigida por el Partio Comunista, el Presidente General Martínez, invitó a Feliciano a Casa Presidencial para hacerle reflexiones, advirtiéndole que ese "hueso tenía hormigas coloradas". Ama le respondió: "Sin las hormigas coloradas me devoran, no importa".
El 3 de enero del 32, los naturales de Izalco concurrieron a las urnas para depositar sus votos con fiesta en el alma, dispuestos a recuperar la autoridad perdida a partir de 1894, pero aún ganando los comicios masivamente, hubo el fraude descarado e indignante. Seguido del fraude electoral, las autoridades desataron la persecusión, y con la masacre de huelguistas en los campos de Ahuachapáan, también los nativos Nahuatl se insurreccionaron.
Como el volcán de Izalco que al extractorar retumba estremecientemente, así los naturales nahuatl irrumpieron violentos al combate en la hora señalada, haciendo tambalear a la burguesía y al gobierno. Los Izalqueños lucharon con furor, con la Bandera Roja de la Hoz y el Martillo en alto, causándole al enemigo numerosas bajas, a filo de machete, a tiro de escopeta y revólver. Ama obtuvo del comercio local, todo cuanto necesitaron para ayudarle al pueblo necesitado, firmando vales a pagar después del triunfo. Se dijo insistentemente que la insurgencia indígena de Izalco, hizo a las burguesías del lugar, moler maíz y hacer tortillas para los revolucionarios.
Cuando Ama fué detenido, lo torturaron cruelmente para que revelara planes de la insurrección, pero el contesto carajudamente: "¡Eso no se dice!". Enseguida fué ahorcado en las ramas de un arbusto de aceituno (olivo) de la plaza pública, para saciar cobarde venganza y sembrar el terror en la población.
El 3 de enero del 32, los naturales de Izalco concurrieron a las urnas para depositar sus votos con fiesta en el alma, dispuestos a recuperar la autoridad perdida a partir de 1894, pero aún ganando los comicios masivamente, hubo el fraude descarado e indignante. Seguido del fraude electoral, las autoridades desataron la persecusión, y con la masacre de huelguistas en los campos de Ahuachapáan, también los nativos Nahuatl se insurreccionaron.
Como el volcán de Izalco que al extractorar retumba estremecientemente, así los naturales nahuatl irrumpieron violentos al combate en la hora señalada, haciendo tambalear a la burguesía y al gobierno. Los Izalqueños lucharon con furor, con la Bandera Roja de la Hoz y el Martillo en alto, causándole al enemigo numerosas bajas, a filo de machete, a tiro de escopeta y revólver. Ama obtuvo del comercio local, todo cuanto necesitaron para ayudarle al pueblo necesitado, firmando vales a pagar después del triunfo. Se dijo insistentemente que la insurgencia indígena de Izalco, hizo a las burguesías del lugar, moler maíz y hacer tortillas para los revolucionarios.
Cuando Ama fué detenido, lo torturaron cruelmente para que revelara planes de la insurrección, pero el contesto carajudamente: "¡Eso no se dice!". Enseguida fué ahorcado en las ramas de un arbusto de aceituno (olivo) de la plaza pública, para saciar cobarde venganza y sembrar el terror en la población.
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