guerrillero heroico FPL-GPP

Friday, December 22, 2006

IMPERIALISMO YANKEE ¡¡¡ GO HOME !!!


Desde que apareció el «Manifiesto del Partido Comunista» de Marx y Engels en 1848 hasta nuestros días, la lucha entre el marxismo revolucionario y el oportunismo, tanto en el campo político como en el ideológico, se ha centrado alrededor de un problema: ¿Es o no necesaria la revolución para transformar la sociedad sobre bases socialistas? ¿Existen o no las condiciones para llevar a cabo la revolución? ¿Es posible hacerla mediante el camino pacifico, o es imprescindible la violencia revolucionaria?
La burguesía y los oportunistas, con todas sus teorías, que se cuentan por decenas por no decir centenares, se han esforzado y se esfuerzan por negar la verdad incuestionable de que la contradicción fundamental de la sociedad capitalista es la contradicción entre los explotadores y los explotados, por negar el lugar y el papel histórico de la clase obrera, por negar la misma lucha de clases como factor determinante del desarrollo y del progreso de la sociedad humana. Su objetivo ha sido y es el de desorientar ideológicamente al proletariado, obstaculizar la revolución, perpetuar la explotación capitalista y destruir el marxismo-leninismo, la ciencia triunfante de la revolución y de la edificación del socialismo.
Todos estos adversarios y enemigos del proletariado y de la revolución han intentado hacer creer que el marxismo-leninismo es anticuado e hilvanar diversas «teorías», supuestamente en consonancia con las nuevas condiciones históricas, con los cambios que ha sufrido el capitalismo, el imperialismo, y con la evolución general de la sociedad humana.
Así Bernstein declaro que Marx estaba caduco, y Kautsky, especulando con la transición del capitalismo al imperialismo, negó la revolución. Su ejemplo y sus métodos han sido seguidos par todos los revisionistas modernos, desde Browder y Tito, Jruschov y los «eurocomunistas», hasta los «teóricos» chinos de los «tres mundos».
Bajo el falso pretexto de aplicar y desarrollar el marxismo-leninismo «de manera creadora», adaptándolo a las nuevas condiciones que se han creado hoy en el mundo, todos estos antimarxistas tratan de negar la ideología científica de la clase obrera y reemplazarla con el oportunismo burgués. El proletariado, los revolucionarios y sus verdaderos partidos marxista-leninistas han desarrollado y desarrollan una encarnizada lucha, que no ha cesado ni cesará jamás, contra el revisionismo moderno y sus diversas corrientes.
Los revisionistas, la burguesía reaccionaria y sus partidos intentan calificar nuestra teoría, el marxismo-leninismo, de dogma, de algo fijo, rígido, que supuestamente no se adapta a los tiempos actuales, llenos de dinamismo y vitalidad. Pero, si se habla de dinamismo y vitalidad, esto solo lo tiene el marxismo-leninismo, ya que es la teoría de la clase obrera, la clase más avanzada de la sociedad, la clase más activa y más revolucionaria, la que piensa de manera justa, la que produce los bienes materiales y está en constante actividad.
Los esfuerzos de la burguesía y sus ideólogos, los cuales intentan convencer a la gente de que el marxismo-leninismo supuestamente ha envejecido y no corresponde a los «tiempos modernos», tienen como finalidad combatir la ideología científica del proletariado y reemplazarla con varias teorías que preconizan una vida adulterada, una vida propia del lumpen, una sociedad de desenfrenada degeneración, una sociedad denominada de consumo. Las teorizaciones que pretenden que ahora se han encontrado las formas de una nueva sociedad en permanente movimiento y progreso, tienden igualmente a golpear el pensamiento progresista revolucionario del proletariado, su ideología dirigente, perpetuar la opresión y la explotación capitalistas.
Nuestra teoría, como nos enseña Lenin, juzga y define correctamente las formas y los métodos de la lucha de clases. Está estrechamente ligada a los problemas prácticos que plantea la vida, que plantea la época. Esta arma nos ayuda a analizar y comprender de forma justa, en cada momento, el curso del desarrollo humano, a analizar y comprender correctamente cada viraje histórico de la sociedad, a transformarla de manera revolucionaria.
Nuestro Partido desenmascaró en su VII Congreso las distintas corrientes revisionistas, entre ellas la teoría china de los «tres mundos». Al subrayar la vital importancia que tiene el marxismo-leninismo para el triunfo de la revolución, del socialismo y de la liberación de los pueblos, rechazó firmemente las tesis y los puntos de vista burgués-oportunistas sobre la presente etapa del proceso histórico mundial, que niegan la revolución y defienden la explotación capitalista, y recalcó enérgicamente que ningún cambio en el desarrollo del capitalismo y del imperialismo justifica las «invenciones» y las mistificaciones revisionistas. La crítica de principios y el incesante desenmascaramiento de las teorías antirrevolucionarias y anticomunistas son imprescindibles si se quiere defender el marxismo-leninismo, si se quiere hacer avanzar la causa de la revolución y de los pueblos, si se quiere demostrar que la teoría de Marx, Engels, Lenin y Stalin se mantiene siempre joven, como la brújula segura que indica el camino hacia futuras victorias.


El imperialismo yankee el gran enemigo de los pueblos.
Martín Guédez.

Estos tiempos de abusos sin medida por parte de los EE.UU., me hacen evocar aquellos en los cuales el mundo pudo evitar la tragedia y no lo hizo. Dos hombres y dos gobiernos tuvieron la oportunidad de haber levantado con fuerza su voz y no lo hicieron. La actitud bravucona de Adolfo Hitler hacía presentir el desastre. Neville Chamberlain, primer ministro inglés, y Eduard Daladier, jefe del gobierno francés, tenían en sus manos la posibilidad de haberlo evitado -como todo lo que se hace bien, a tiempo. La maquinaria propagandística alemana, dirigida por el doctor Goebbles demostró ser un arma efectiva y paralizante. Neville Chamberlain volvió el 30 de septiembre de 1938 a Londres afirmando: "Creo que a nuestra época le ha llegado la hora de la paz". El resto lo conocemos todos. La segunda guerra mundial con todos sus horrores se abatía sobre la humanidad. Pudo más el temor, el rastrerismo y la complacencia ante el poderoso que la dignidad.
Hoy, cuando vemos la complicidad por acción u omisión de los gobiernos y dirigentes más significativos del mundo no deja de causarnos escalofríos la repetición de las mismas cobardías. El asesino George W. Bush, junto a la camarilla genocida y fundamentalista que gobierna en el país más poderoso del planeta luce desbocada, fanfarrona y arrogante ante una dirigencia mundial paralizada, miedosa y alcahueta. EE.UU., encadena, una tras otra, ofensas y agresiones sin el menor pudor. Consciente –como en su tiempo lo estuvo Hitler-, de que nadie dirá esta boca es mía. Reitero que se está imponiendo la suicida práctica de que esas amenazas son para los otros o bien se esperan las migajas que caigan de la mesa luego del banquete del león. Algunos piensas que nunca les tocará a ellos. Igual pensaban los líderes europeos en 1938. Sólo que el monstruo no satisface su sed de poder y sangre nunca, y tarde o temprano irá contra ellos. ¿Cuándo?, cuando por alguna razón de poder el monstruo lo considere oportuno.
EE.UU., es una amenaza mortal para toda la humanidad. Eso lo saben bien las potencias económicas del planeta. EE.UU., posee un despliegue militar gigantesco e intolerable junto a una visión estratégica clara. El resto de países que bien podrían hacerle frente no lo hacen por complicidad o por falta de arresto. Personal militar estadounidense está presente en 135 países de los casi 190 que integran la ONU. Los países que no tienen presencia militar directa están en el radio de los grupos de acción rápida del imperio. Nadie escapa a la posibilidad de un ataque preventivo conforme a la nueva e inmoral doctrina de guerra de los EE.UU.
A esta inaceptable presencia militar, EE.UU., añade una presencia casi invisible pero abrumadora. De las 500 grandes corporaciones transnacionales del mundo casi la mitad es estadounidense. El dominio en el ámbito de la tecnología de la información, las finanzas y la industria militar es aún más aplastante. Un dominio menos visible pero no por ello menos eficiente. Las decisiones de los organismos multilaterales financieros dependen todas de la opinión de Washington. Del mismo modo, es en Washington donde se elabora la lista de estados terroristas según su conveniencia y también se decide qué obras pueden construir los estados, por ejemplo, de Latinoamérica. La ruta que uniría al Perú con Brasil a través de la amazonía fue suspendida por decisión de Washington. El FMI o el Banco Mundial obedecen a mandatos directos de la Casa Blanca.
El poder mediático está casi en su totalidad bajo la dirección de Washington. El gobierno estadounidense dirige la agenda noticiosa de las grandes agencias internacionales de la información. Igual ocurre con la inmensa mayoría de los grandes medios de comunicación escritos, radiales o televisivos. En esta forma la Casa Blanca decide a cuales noticias dar cobertura y seguimiento, y cuales deben ser ignoradas. Cualquier gobierno renuente a los mandatos de Washington paga el alto precio de la constante fabricación de noticias creadas en los laboratorios de guerra mediática controlados por el Imperio. A esta feroz violación del derecho humano a la información han añadido la creación de organizaciones no gubernamentales encargadas del control de calidad de la democracia, la corrupción y los derechos humanos en todo el planeta. Ser señalados como violadores o como fielísimos cumplidores de estos paradigmas lo decide la Casa Blanca. Así se convierte una democracia legítima en terrorista y una dictadura grotesca en estado democrático. Un terrorista en "disidente" y un demócrata en terrorista.
Desde estas enormes empresas mediáticas llegan hasta los pueblos del mundo los mensajes propagandísticos inscritos en el plan de dominación universal del monstruo. No hay duda, los pueblos deben defenderse ya que los gobiernos no lo hacen ni lo harán. Hay demasiado lacayismo y miseria. El imperialismo estadounidense es el enemigo real más grande de todos los pueblos del mundo. Un imperialismo real y genocida. Un imperialismo que -salvo los ejemplos de la heroica Cuba , de la Venezuela Bolivariana y ahora de Irán e Iraq-, cuenta para sus propósitos, con el silencio cómplice del resto de los gobiernos del planeta. Unos por identidad ideológica, otros por pusilanimidad manifiesta y otros por un temor que los paraliza. Al final, sólo los pueblos podrán salvarse a sí mismos. Para los venezolanos la hora está clara. Hay que enfrentar al imperio con la fuerza de la moral. Alzando la voz. Denunciando y poniendo en evidencia, con todos nuestros medios y fuerzas, la inmoralidad del imperio y sus apañadores de esta mala hora para la humanidad.

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